Reseña: Pleasure, película que tienes que ver sobre el porno
(Pleasure; Ninja Thyberg, 2022)
Pleasure, la ópera prima de la cineasta sueca Ninja Thyberg, llega después de un prolongado tiempo en limbo. Programada para estrenarse en la edición de 2020 del festival de Cannes antes de que esta fuera cancelada por la pandemia, la película finalmente llegó al festival de Sundance en 2021 y al poco tiempo fue adquirida por A24 para su distribución en Estados Unidos. Pero los planes de la distribuidora, de lanzar dos versiones, una recortada y una completa, generó conflicto y la película finalmente llegó a Neon, que aceptó lanzarla de forma íntegra (en México, la película llega de la mano de Mubi).
Este pequeño drama no solo es indicativo del tabú y sensacionalismo que rodea su tema, pero irónicamente corre en contra de una de las intenciones de la película, que es mostrar el mundo de la pornografía sin tapujos ni prejuicios. Desmitificar en lugar de mitificar.
Basada en un cortometraje de 2013, también hecho Thyberg, Pleasure cuenta la historia de Linnéa (Sophia Kappel), una joven de 19 años que asume el nombre profesional de Bella Cherry y llega de Suecia a Los Ángeles, decidida a entrar a llegar a la cima de la industria del porno. Los temas de Pleasure, dos actitudes posibles hacia el sexo, se establecen con su parada en la ventanilla de migración, cuando un oficial le pregunta si el motivo de su visita es negocio o placer–la escena también plantea otras preguntas: ¿cuál es la situación legal de Bella y qué tanto limita sus opciones y la hace más dependiente de las figuras importantes de la industria?
Bella sirve como entrada y punto de vista para este mundo, que Thyberg retrata con un ojo al realismo. Papeles secundarios son llenados por varios profesionales de la vida real, muchos de ellos haciendo de sí mismos. La fotografía digital, a cargo de Sophie Winqvist Loggins, corta las capas de artificialidad. Resalta lo rudimentario y plano de los espacios en los que Bella se desenvuelve: casonas suburbanas, desordenadas o prácticamente vacías (en el caso de los sets de grabación).
Pleasure se interesa en la mundanidad de la pornografía como trabajo
Hay más atención al detrás de escenas que a la escena en sí. Vemos a Bella firmar un contrato laboral en el que además da su consentimiento de participar en actos sexuales explícitos. La vemos mostrando su identificación al lado de un periódico del día, una burocracia necesaria para demostrar su mayoría de edad. En su primer set de grabación la acompañan el director, un decorador y su co-estelar, todos hombres. Los nervios, la conversación y el acomodo necesario para lograr una toma particular toman más protagonismo que el acto sexual.
Es un ambiente que alimenta la incomodidad y el miedo. Bella, seguramente, tiene sus reservas, y es solo después de una prolongada conversación con uno de sus colegas que se anima a terminar la escena. Algo que separa a Pleasure del melodrama (contrástesele, por ejemplo, con Showgirls de Paul Verhoeven, que parte de un planteamiento similar para después abrazar los extremos de este género) es que, por un lado, los motivos de Bella son nebulosos (la película se ríe del estereotipo de que todas las jóvenes que entran al porno tienen historias trágicas, Bella bromea al principio con haber sido víctima de incesto).
Sabemos poco de su vida previa en Suecia; aunque el dinero es claramente un incentivo, tampoco parece ser una preocupación muy urgente. Tiene un lado inocente, otro agresivo, pero no se deja definir por ninguno de los dos. Y los hombres que encuentra en su camino nunca son caracterizados exclusiva y explícitamente como depredadores.
Hay un claro desequilibrio de poder entre los productores y sus estrellas femeninas, y estos claramente toman provecho. Pero al final parecen más preocupados con sus ingresos y con el fluir de la línea de producción, y frustrados cuando esta se interrumpe. Si hay explotación, es un medio para un fin, no producto de abyecta malicia.
Es un análisis muy certero de la industria del porno a través del cine
Pleasure muestra una industria del porno que no es monopólica pero sí parcialmente centralizada. Hay figuras importantes cuya influencia no se puede ignorar, como es el caso del productor Mark Spiegler (interpretado por él mismo) pero la operación y las condiciones varían de lugar a lugar. Bella graba una escena de sadomasoquismo a cargo de una directora mujer, en la que un grupo de asistentes y su compañero constantemente buscan su comodidad y bienestar.
Repasan sus palabras de seguridad antes de grabar, lo que ella debe hacer si quiere interrumpir la escena. Otra, en la que dos hombres empiezan simulando una violación, no le ofrece esta seguridad. La película deriva incomodidad de no saber en qué momento se cruza la línea entre la interpretación y el abuso verdadero.
Cuando los hombres son incapaces de responder a esta situación, la película no los condena individualmente, pero tampoco los libera de culpa. Aunque quisieran ser comprensivos, no tienen la capacidad. Son un reflejo de los puntos ciegos de la industria. Bella protesta y dice que no quiere terminar la escena, pero los dos hombres y el camarógrafo le reprochan el día de trabajo desperdiciado y, de manera casual e implícita, amenazan su carrera y su integridad física. Intentan consolarla, poniendo sus brazos alrededor de ella y acariciándola de una forma que igualmente se siente como una invasión de su privacidad e intimidad.
Bella Le cuenta a su agente lo que pasó y la preocupación de él es palpable (aunque también parece tratarla, más como un producto que maneja, y menos como una persona) y le insiste que clasifique el incidente como una “mala escena” y no como una “violación”, incluso si a Bella y a nosotros no nos queda duda de que eso fue lo que pasó.
En Pleasure, el sexo aparece siempre en términos de relaciones de poder.
Independientemente de las condiciones de la grabación, las mujeres interpretan a jóvenes sumisas y delicadas (Dana DeArmond aparece como Ashley, una actriz de cuarenta años y cuasi-figura materna para Bella y las jóvenes con las que comparte casa, pero nunca es mostrada en el contexto de una grabación) dedicadas a complacer a los hombres con quienes comparten escena, típicamente caracterizados como mayores, fuertes y agresivos. Una capa adicional es creada por quienes graban: tomas que miran al lente de las cámaras semiprofesionales que utilizan, aluden al poder de quien crea las imágenes, además de mostrarnos lo que Bella ve.
La cumbre emocional de la película ve esta dinámica apareciendo entre sus mismas participantes: la rivalidad entre Bella y Ava (Evelyn Claire) culmina, no con la falsa lección de que “el peor enemigo de una mujer es otra mujer”, sino con el reconocimiento de que los peores hábitos de la industria se terminan transmitiendo en la forma de competencia excesiva y sabotaje mutuo.
La amistad es posible, pero la sororidad es desalentada. Ocurre también con Bella y su mejor amiga Joy (Revika Anne Reustle), quien viene de Florida y comparte su ambición de triunfar en la industria. Aunque la película sigue una estructura más o menos episódica, las fricciones y la disolución de este vínculo le dan un arco dramático.
El conflicto principal aparece al tener que escoger entre el ascenso individual y el apoyo a otras mujeres cuando son víctimas creíbles de abusos. La película no es una condena total de la industria, pero sí muestra cómo el abuso puede ser sistemáticamente tolerado).
La explotación típicamente se ejerce de modo indirecto. Cada escena en la que Bella participa es técnicamente un acto voluntario, pero no necesariamente lo que ella quiere hacer. Es más bien lo que necesita hacer para conservar un lugar relativamente privilegiado. Lo más revelador sobre Pleasure es que los horrores que nos muestra no son endémicos a la industria de la pornografía, sino de las industrias capitalistas y de una sociedad patriarcal. Es un síntoma, no la raíz del problema. Pleasure no busca tener la última palabra, más bien plantear preguntas.
Pleasure está disponible vía streaming en Mubi.
https://mubi.com/films/pleasure-2020
★★★1/2