Crítica: Spider-Man: A través del Spider-Verso es un intento bueno del cine de superhéroes
Aquí un dato que me pareció interesante: Spider-Man: A través del Spider-Verso es la cuarta segunda película de Spider-Man que se estrena en veinte años. La primera segunda (confuso, ¿verdad?) fue por supuesto Spider-Man 2, dirigida por Sam Raimi y que, aunque todavía vigente en las mentes del público actual, es un producto de una época totalmente diferente.
A los superhéroes hoy se les conoce más como marcas que como parte de un universo narrativo continuo.
Antes de que el intricado mundo de los cómics de superhéroes se volviera cultura general, cualquier adaptación a la pantalla grande debía hacer concesiones importantes para justificar la inversión de un gran estudio.
Tenía que acomodarse a las expectativas de los géneros de acción, aventura, fantasía o ciencia ficción y no ponerse muy densa con su mitología, incluso si eso significaba sacrificar la fidelidad a su material original.
El público cinematográfico de hoy no es necesariamente más sofisticado, pero sí está dispuesto a aceptar muchos más personajes y universos con reglas cada vez más complicadas.
También conoce más de lo que ocurre detrás de escenas: qué compañía tiene los derechos de qué personaje y cuantas versiones se han hecho para otros medios (el cine, los comics, la televisión animada y en live-action).
Spider-Man: Un nuevo universo de 2018 no fue la primera película de Marvel o DC (las dos editoriales más relevantes del medio) en apelar a este nuevo público con un sentido del humor referencial. Le preceden Deadpool y su secuela de 2018, y las películas de LEGO Batman: y Jóvenes titanes en acción.
Pero sí fue novedosa en cómo hizo la referencia central a su narrativa, tejiendo una red (juego de palabras totalmente a propósito) de universos en las que distintas versiones del mismo superhéroe se cruzaban en una misma aventura. La intención ya no era crear una versión definitiva del personaje, sino una que jugara con todas las que vinieron antes.
Un nuevo universo fue una de las cintas de animación estadounidense más creativas visualmente y también la que inauguró la peor era del género de superhéroes. Pues una vez abierta la caja de Pandora del multiverso, tanto Marvel como DC se dieron cuenta de que no tenían que esforzarse por crear un universo coherente en el que sus personajes pudieran coexistir, solo levantarse algunos conceptos de la ciencia ficción para justificar el salto entre mundos y lograr la sinergia mercantil deseada.
Pienso en cómo el alboroto alrededor de Spider-Man: Sin camino a casa se sostenía por la pregunta de si las versiones de Tobey Maguire y Andrew Garfield iban a aparecer o no, o cómo el Batman de Michael Keaton (de la película de Tim Burton de 1989) parece eclipsar al protagonista titular en los anuncios de la próxima a estrenarse Flash.
Los multiversos también parecen tener una relación inversamente proporcional al drama cinematográfico en Spider-Man: A través del Spider-Verso.
Piénsese como en algunas películas la muerte de un solo personaje puede tener más peso que la destrucción del planeta tierra. Un villano que quiere destruir el mundo es aburrido, uno que quiere destruir el universo es más aburrido, no menos. En escala multiversal, el peligro se vuelve demasiado abstracto e incomprensible como para tener algún impacto visceral.
Todo este preámbulo es para explicar el bagaje con el que tiene que cargar Spider-Man: A través del Spider-Verso, secuela de Un nuevo universo. Y que, por toda su brillantez técnica, me fue difícil enamorarme de ella.
A través del Spider-Verso continúa la historia de Miles Morales (Shameik Moore), un adolescente afrolatino de Nueva York (en uno de los tantos universos que recorremos en las dos horas y veinte minutos que dura la película) quien divide su tiempo entre complacer a sus amigos y familiares y defender a la ciudad como Spider-Man, luchando contra todo tipo de villanos–es un buen conflicto, emotivo cuando apareció en Spider-Man 2 de Raimi.
Aunado a esto, a Miles lo aflige la nostalgia por los compañeros de su aventura pasada: su mentor Peter B. Parker (Jake Johnson) y su contemporánea Gwen Stacy (Hailee Steinfeld), de quien está enamorado.
De vuelta en su propio universo, Gwen ha sido contactada por Jessica Drew (Issa Rae) y Miguel O’Hara (Oscar Isaac), miembros de un grupo élite compuesto por otras versiones de Spider-Man que combate anomalías entre los varios universos.
La más reciente de ellas es La Mancha (Jason Schwartzman), quien se aparece en el universo de Miles con la intención de buscar venganza contra él. Es sólido material para una secuela, enfrentando al héroe a una nueva amenaza externa que además revela sus propias flaquezas e inadecuaciones como superhéroes y como persona joven.
La experiencia es bastante simpática. Los directores Joaquim Dos Santos, Kemp Powers y Justin K. Thompson mantienen la acción rápida y espectacular siguiendo la pauta de la película anterior de un híbrido entre animación en dos y en tres dimensiones que toma multitud de referencias de otros medios. Aquí es donde la idea del multiverso juega a su favor, pues cada universo distinto es recreado en el estilo de alguna corriente artística diferente.
Es una bocanada de aire fresco ver una película que adopta tantos estilos
La mayoría de los blockbusters estadounidenses de ahora ni siquiera tienen uno. Igualmente, su sentido del humor es más fresco. Los distintos Spider-Man tienen personalidades distintas y bien delineadas; el de Karan Soni es un joven indio cuya vida es prácticamente perfecta y el de Daniel Kaluuya a un punk británico que critica todo lo que huele a conformismo y autoridad.
Los dos hacen una buena impresión, a pesar de que no tienen función más importante que la de poblar el fondo con chistes.
Pero en algún momento, el guion (atribuido a Phil Lord, Christopher Miller y Dave Callaham) se pierde en un mar de conceptos y reglas, tan enredados como la física cuántica pero totalmente insustanciales, que lo que pasa con sus personajes deja de cobrar importancia. Su historia nunca se eleva más allá de lo convencional.
La trama es tan apurada e insistente que nunca nos da el tiempo de gozar el placer de las imágenes por sí solas. Lo que es una lástima porque A través del Spider-Verso, a diferencia de tantas películas de superhéroes, no se siente como un producto más sacado de una maquiladora.
Está hecha con dos ideas que para el Hollywood de ahora parecen controversiales: que sus espectáculos deben lucir espectaculares y que las películas basadas en cómics deben honrar el color y dinamismo del medio que las inspiró. Se ve y se siente la pasión, dedicación y talento de las personas involucradas.
Parte del furor alrededor de la película se desprende de la conversación que hay en torno de la animación en general, un medio que en Estados Unidos es típicamente categorizado como exclusivamente para niños y, por lo tanto, ansiado de reconocimiento.
Pero es un tanto trágico ver algunas de las técnicas de animación más creativas e innovadoras que se han visto en una película estadounidense al servicio de su género más rancio.
¿Por qué Hollywood solo se puede poner tan creativo para la enésima película del mismo personaje?
A través del Spider-Verso está tan sintonizada a los intereses del público versado en el cine de superhéroes que ofrece poco a quienes hace tiempo nos cansamos de él. Su propia historia busca ser un comentario sobre estas narrativas, con un reconocimiento tácito de la cuarta pared.
La misión de Miguel es la preservación del canon, una serie de eventos que deben ocurrir para que se preserven los universos, incluso si esto significa la muerte de los seres queridos de sus muchos Spider-Man y les roba a sus personajes de libre albedrío.
Es un hilo narrativo que queda pendiente porque A través del Spider-Verso está vista como la primera en dos partes de una misma historia, a concluir el próximo año. Spider-Man: A través del Spider-Verso ni siquiera es una historia completa, pero había empezado a perderme mucho antes de eso.
