Temporada de Huracanes de Elisa Miller cumple con su adaptación #FICM2023
Los últimos tres largometrajes de la directora mexicana Elisa Miller han mostrado un zigzag bastante extraño. El placer es mío, fue el elíptico y sensual drama sobre la complicada relación de una pareja. Dicha promesa cedió en ¿Qué culpa tiene el karma?, una comedia romántica en demasía convencional y sin encanto. Y lo menos que uno esperaría después de ella es una adaptación de una novela como Temporada de huracanes de Fernanda Melchor.
Por su temática y su estructura, la película tiene algo de atrevido. Como el libro, está parte del asesinato de La Bruja, una mujer trans de La Matosa, un pueblo petrolero en el sureste de México.
A través de saltos en la cronología y el punto de vista, la película se acerca cada vez más a la realidad de lo que pasó. Conforme el misterio se aclara, también se construye un retrato complicado de la vida en el interior del pueblo (ideas que hasta cierto punto se extienden a la misma sociedad mexicana en general).
Distintas actitudes y problemas salen a la luz. La doble moral que juzga a hombres y mujeres, el aborto, la criminalidad, el abuso sexual, la homosexualidad y la homofobia, forman parte de la experiencia de sus personajes. Estos resultan matizados y evaden lo panfletario. La red de relaciones que se forma enriquece el misterio, por lo menos al principio.
Temporada de Huracanes no logra capturar el mundo de La Matosa
La realización es un tanto irregular. Miller construye una atmósfera cautivadora en sus primeras imágenes, enfocándose en los sonidos de la naturaleza y los cuerpos de los bañados por el sol de los muchachos que descubren el cuerpo.
Esa misma atención a los cuerpos y a los gestos delicados (lo que más la conecta con una película como El placer es mío) se nota en las breves, pero potentes y delicadas escenas de sexo que marcan puntos clave de la película.
Pero Temporada de Huracanes no logra capturar del todo la atmósfera de La Matosa. Los acentos de los personajes, algunos muy neutros, otros más únicos, no logran construir una comunidad coherente. Sus desviaciones de una narrativa enfocada y apretada añaden poco de ambigüedad o caracterización; se sienten más bien como descuidos.
Y aunque los cambios de punto de vista logran cambiar lo que pensamos de los personajes y los sucesos, se tornan repetitivos a medida que la línea del tiempo se resuelve.