Crítica: ‘Longlegs: Coleccionista de almas’, a un paso de la oscuridad
¿Existe acaso un nivel de maldad que cargamos en nuestro día a día? Puede que no sea evidente, ¿pero eso existe, al menos en nuestro subconsciente? Lo sabremos hasta encontrarnos con gatillos que nos hagan perder el control. Esto se toca en Longlegs: Coleccionista de almas, un thriller criminal de horror protagonizado por Maika Monroe y Nicolas Cage; es la nueva adición a la filmografía de Oz Perkins (acreditado como Osgood Perkins), conformada únicamente por películas de terror (The Blackcoat’s Daughter, Gretel & Hansel).
¿De qué va Longlegs?
A mediados de los años 90, Lee Harker (Monroe) es una agente del FBI que se involucra en una importante tarea policial: atrapar a Longlegs (Cage), a quien se le sospecha ser un asesino serial, tras las cartas dejadas en las escenas del crimen, todas firmadas con su nombre y con mensajes crípticos listos para ser descifrados. Lee es asignada al caso por el agente Carter (Blair Underwood), su superior, ya que la considera “altamente intuitiva”, término referido a la habilidad de detección que posee la joven.
Por más de 30 años, el modus operandi de Longlegs se basa en la fecha de cumpleaños de la hija de cada familia, el criminal provoca que el padre cometa un homicidio-suicidio, como si la maldad de este lo consumiera por completo y olvidara el amor que siente por su familia. La brutalidad de cada caso es terrorífica, pues en ciertas instancias, se nos muestran fotografías de las víctimas y grabaciones de llamadas al número de emergencias: esto les da una personalidad y solo podemos conocerles de esa manera. En otras ocasiones, Perkins hace que nuestra imaginación vuele durante escenas tensas, que tal vez no acaben en un susto, pero no por eso bajamos la guardia.
La tensión está a la orden del día
Tanto nosotros como Lee, sabemos que puede haber algo más en las imágenes, en el silencio, en los lugares solitarios. La fotografía del mexicano Andres Arochi agrega paranoia a las escenas: los personajes casi siempre se encuentran en el centro, dejando espacio negativo a sus costados y, si hay una puerta o un pasillo en pantalla, nuestros ojos se dirigen a estos, pensando que Longlegs atacará en cualquier momento. Es como la idea de que no existe un miedo a la oscuridad, más bien, nos aterra lo que pudiera haber dentro de ella.
Longlegs está llena de simbolismo satánico y de referencias al Libro de Revelación. Desde los mensajes crípticos, las citas bíblicas y el uso del 6, incluso la arquitectura de las casas que parecen triángulos, no hay ningún lugar exento de profanación. No se siente como si existiera una salida, siempre nos encontramos tensos por lo que vendrá y nos bañamos del llamado Pánico Satánico que aterró a Estados Unidos durante la época de los 80 y 90.
Otro elemento que ayuda a ponernos en los zapatos del personaje es el diseño sonoro de Eugenio Battaglia. Las emociones y reacciones de los personajes son contagiosas, respiramos agitadamente como Lee y saltamos igual que ella al escuchar un sonido estridente; sí, se encuentran un par de jumpscares, pero complementan la trama, de lo que requiere la escena para mantener el ritmo. Si algo se le puede reconocer a la película, es la habilidad de causar tensión y paranoia, no por nada el pulso cardiaco de Maika Monroe subió al ver a Nicolas Cage por primera vez como Longlegs.
La base de lo terrorífico por parte del marketing y las actuaciones
Lo anterior formó parte de la campaña de marketing hecha por la distribuidora Neon, la cual se enfocó en dar poca información de la película. Iniciando con un par de clips misteriosos y terroríficos, que llegaron a compararse con el efecto que provocó Skinamarink con su trailer oficial. Posteriormente salieron los pósters con el título oficial de la cinta —acompañados con descripciones ambiguas en las publicaciones—, fotos de las cartas crípticas firmadas por Longlegs y un número de teléfono al que respondía el mismo personaje. Todo esto hizo que el internet trabajara en resolver el misterio que rodeaba la cinta.
Retomando lo que se ve en Longlegs, los dos actores principales dan lo mejor de sí mismos y demuestran fácilmente las morales de los personajes: Maika Monroe transmite la pasividad y retención de Lee, aterrada por lo que descubrirá pero sin saber explicar por qué puede resolver todos los acertijos; por el contrario, Nicolas Cage encarna la excentricidad y manía de Longlegs, un personaje dispuesto a ejecutar crímenes para cumplir con las predicaciones del satanismo, pero también le encontramos cierto grado de comedia, tal vez sea porque es un personaje muy inusual, diferente a lo que acostumbramos ver en una persona singular.
Hay pocos momentos cómicos en la película pero aterrizan bien, probablemente porque equilibran la tensión que hemos sentido en todo el tiempo. Hablando de brevedad, hay dos miembros del reparto que aparecen poco tiempo y que es mejor no saber mucha información de sus personajes: Alicia Witt y Kiernan Shipka. Witt es Ruth Harker, madre de Lee, y Shipka es una de las víctimas de Longlegs; ambos personajes relucen porque participan dentro del espectro de la maldad que estudia la cinta, estén en el nivel que sea.
Gracias a Neon, Longlegs: Coleccionista de almas ha tenido el estatus de ser “la película más terrorífica del año” y el público ha utilizado la variante de “la cinta más aterradora de los últimos años”, inflando las expectativas, ¿pero realmente es tan revolucionaria como lo menciona el hype? La dirección de Oz Perkins es muy buena y cumple su cometido de provocar terror, pero no el típico que se basa únicamente en jumpscares. “Sé que no le tienes miedo a un poco de oscuridad, porque tú eres la oscuridad”, es una frase que dirige Longlegs a Lee, pero parece que habla para la audiencia, nos hace dudar de nuestros pensamientos más impuros y de qué faltaría para hacernos perder el control. ¿Acaso no es horrible pensar a lo que podemos llegar?