Crítica: Asteroid City es la película más atrevida de Wes Anderson

(Asteroid City; Wes Anderson, 2023)

Me pregunto qué siente Wes Anderson con la forma en que su cine ha sido absorbido por el público en general. Su estilo sin duda contribuye a su reconocimiento como uno de los principales autores del cine estadounidense actual. Creo que la razón por la que tantos gravitamos hacia él cuando nos empezamos a enamorar del cine es precisamente porque su estilo es tan fácil de reconocer.

Una película de Wes Anderson es inconfundible, y para muchos, la primera vez en que vemos más allá de la trama y los personajes y empezamos a fijarnos en el lenguaje cinematográfico. Pero a juzgar por la fotografía arquitectónica de la página Accidentally Wes Anderson, la reciente moda de TikTok y las horrorosas y desalmadas “parodias” generadas por inteligencia artificial, parece que muchos se siguen dejando llevar por las similitudes más superficiales. Siendo su estilo tan fácil de identificar, podemos desarrollar la falsa y arrogante impresión de que entendemos la forma y el propósito detrás de él.

Hablemos primero del estilo de las películas de Wes Anderson

Sus sellos visuales más evidentes (la simetría, las composiciones horizontales, la dirección de arte retro, los diálogos y rostros inexpresivos) hacen fácil olvidar que su estilo no es algo que brotó de la nada, sino uno que él ha desarrollado y pulido con el tiempo y que hasta la fecha continúa evolucionando, siempre al servicio de temas e ideas fuertes.

De narrativas lineales (Bottle Rocket y Tres son multitud) a historias que abarcan décadas y se contienen una dentro de otra (El gran hotel Budapest). De familias con padres problemáticos (Los excéntricos Tenenbaums, La vida acuática con Steve Zissou, Viaje a Darjeeling) al autorismo y la represión (El gran hotel Budapest de nuevo, Isla de perros). De locaciones plausibles a mundos totalmente inventados y llevados a cabo con elementos de animación de stop-motion (El fantástico Sr. Zorro, Isla de perros de nuevo).

Otro elemento característico de él que merece atención es la forma en que incorpora la forma y estructura de medios ajenos al cine. Los excéntricos Tenenbaum presentaba su historia como los actos del libro de una obra de teatro. La crónica francesa presenta sus varios capítulos como las secciones y reportajes de una revista. Ambas películas recreaban la experiencia de la literatura, pero también la de tener ese objeto físico en las manos y voltear sus páginas. Considerando lo cuidadosa que es su dirección de arte, uno entiende su fascinación por estos elementos tangibles.

Asteroid City consolida el estilo de Wes Anderson

Un experimento similar ocurre en Asteroid City, que encuadra su historia dentro del montaje y la escritura de una obra de teatro. Bryan Cranston aparece al principio como un presentador que nos cuenta que lo que vamos a ver es una obra escrita por un tal Conrad Earp (Edward Norton).

También explica más o menos de qué se trata y qué tiempo cubren sus tres actos. La obra del mismo nombre se ambienta en un pequeño pueblo del mismo nombre en desierto de California, Arizona o Nevada (la película menciona estos tres estados; la ubicación exacta es vaga) en Estados Unidos, nombrado en honor de un meteorito que cayó miles de años antes, con una población de 87 personas y que parece contener solo por un café, un motel, un taller mecánico y un centro de investigación astronómica.

El fotógrafo de guerra Augie Steenbeck (Jason Schwartzman) llega a Asteroid City con motivo de una convención de jóvenes astrónomos en la que será honrado su hijo Woodrow (Jake Ryan). Hay un elemento de tragedia que los dos vienen arrastrando.

La esposa de Augie y madre de Woodrow ha fallecido y él no ha encontrado cómo contárselo a él y a sus otras tres hijas pequeñas. En el comedor del café, Augie y Woodrow conocen a la actriz Midge Campbell (Scarlett Johansson) y a su hija Dinah (Grace Edwards), otra joven entre los que recibirán reconocimientos. Woodrow y Dinah rápidamente se hacen amigos y emerge la posibilidad de un enamoramiento. Augie y Midge, a su propio ritmo, desarrollan un vínculo que igualmente puede llevar a algo más.

Es un planteamiento similar al de otras películas de Anderson: una situación de tragedia y melancolía, con personajes emocionalmente reservados y razones para serlo, vitalizada y guiada hacia un sentimiento de esperanza por el color de los personajes secundarios y de la película misma.

El director de fotografía Robert Yeoman, con quien Anderson ha colaborado desde el inicio de su carrera (con él ha hecho todas sus películas, salvo las dos animadas) presenta la historia dentro de la historia en colores casi chillones como los de una vieja postal turística.

Pero Asteroid City constantemente interrumpe el flujo de esta historia, ya sea con textos que constantemente nos recuerdan qué acto y escena estamos viendo, o cortando de vuelta al detrás de escenas de la obra. El contraste es chocante, pero no es puro capricho. La película nos obliga a pensar en los eventos de la obra, no solo como cosas que pasan, sino como la expresión creativa de su autor, su director Schuberg Green (Adrien Brody) y de sus intérpretes.

La película trata de cómo sus vidas se relacionan con la historia que se está contando. La trama de Conrad y Jones Hall, el actor que hace de Augie dentro de la obra (también interpretado por Schwartzman) resulta particularmente conmovedora. No podemos ver los eventos de la obra sin que este tierno vínculo coloreé nuestra idea de ellos. Augie no es solo un personaje dramático, pero también una expresión de los sentimientos que Jones despierta en Conrad.

¿No pasa lo mismo cuando nosotros vemos la obra de un artista conocido? Nuestro conocimiento previo de ellos moldea nuestras expectativas, tanto que no podemos reflexionar en la obra como un objeto aislado, sino como una extensión de su creador. Esto sucede con Anderson más que con otros directores, pues su obra es tan reconocible y familiar para muchos de nosotros y siempre regresa a un amplio repertorio de actores, a quienes reconocemos no solo como actores sino como colaboradores de Anderson.

Asteroid City vive en su propia realidad y es lo más experimental que ha hecho Wes Anderson

La distancia emocional de la película cobra más sentido al verla de esta forma. Asteroid City cuenta con uno que otro chiste que despierta risas genuinas, pero la mayoría parece existir en su propia realidad que elude nuestra comprensión–particularmente sus casuales desviaciones al territorio de la ciencia ficción retrofuturista. La película alude a momentos potencialmente dramáticos, como los que veríamos en alguna de sus películas anteriores, pero se rehúsa a mostrárnoslos. Se trata de la búsqueda de esa catarsis o verdad emocional en una obra de ficción o de interpretación, también de la frustración de no poder lograrlos.

Asteroid City es probablemente la película más experimental y atrevida que ha hecho Anderson. Una que constantemente pone a prueba nuestra simpatía y nuestra paciencia. Aunque es inconfundiblemente suya, ninguna de sus películas anteriores puede prepararnos del todo para ella (quizá sería menos sorprendente si se nos dijera que es la nueva obra de, digamos, Charlie Kaufman). No estoy seguro si es un experimento que funciona o siquiera si me gustó. Pero nunca sentí a Anderson refugiado en su zona de confort.

En Asteroid City toma el estilo por el que se ha vuelto tan conocido y lo lleva más allá de su extremo lógico o lo pone totalmente de cabeza. Nunca dejé de sentir su mano cuidadosa, que él sabía lo que hacía y que confiaba a dónde lo llevarían sus impulsos. Anderson se ha atrevido a explorar y a cuestionarse, actitudes saludables para todo artista. Es más de lo que se puede decir de sus imitadores.