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Resistencia no tenía que ser verdaderamente inteligente para ser buena.

Crítica: The Creator es un buen blockbuster, pero muy predecible

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The Creator de Gareth Edwards luce como un videojuego y lo digo como un absoluto cumplido (Avatar: El camino del agua podría merecer el mismo honor). Es una maravilla de diseño de producción y efectos visuales. Viéndola, nunca cuestioné la realidad de lo que veía en pantalla, aun cuando conscientemente sabía que mucho de ello nunca existió como algo más que archivos de computadora.

Se nota el cuidado puesto en la apariencia y función de los espacios y objetos que llenan su mundo. Es cierto que las películas que dominan la cartelera actual se prestan ampliamente de la fantasía y la ciencia ficción, géneros cuyo encanto está en la construcción de sus mundos. Pero estos, particularmente los del cine de superhéroes, pocas veces transmiten la emoción de estar ahí. Viendo The Creator pensé: así deberían lucir los actuales espectáculos de Hollywood. Esta película debería ser la norma y no la excepción.

Los efectos visuales de The Creator hacen que valga la pena

Su apariencia tan lograda puede explicarse en parte por su director Gareth Edwards. Aunque perteneciente a esa ola de directores que hicieron el salto abrupto entre un éxito independiente a la maquinaria de los grandes estudios (como Colin Trevorrow de Mundo jurásico, múltiples directores de Marvel), Edwards cuenta con trasfondo en efectos visuales que lo prepara mejor que muchos para una producción de este tipo. No por nada Godzilla de 2014 y Rogue One: Una historia de Star Wars, ambas dirigidas por él, son dos de los más espectaculares y realistas blockbusters que Hollywood ha producido en la década pasada.

Crítica: The Creator es un buen blockbuster, pero muy predecible

The Creator construye un mundo con la textura de la vida real y los ingeniosos diseños de la ciencia ficción. La combinación la vuelve al mismo tiempo más real y más espectacular que muchos de los entornos digitales (apuradamente integrados a material filmado en pantalla verde por empleados de efectos visuales explotados), o incluso las muy pregonadas pantallas del sistema Stagecraft.

 

La premisa de The Creator es buena, pero no lo suficiente.

La premisa no es necesariamente original. Un prólogo nos cuenta que en el año 2065 las inteligencias artificiales, creadas originalmente para servir a la humanidad, se han rebelado y detonado una bomba nuclear sobre Los Ángeles. Este atentado divide el mundo en dos polos políticos: el Occidente, donde la existencia de las IAs es prohibido, y Nueva Asia, donde siguen permitidas y pueden recibir refugio.

La temática es pertinente, con lo mucho qué tecnologías designadas de esta forma se han introducido a las actividades humanas, con resultados que no se pueden dimensionar todavía. The Creator ocasionalmente considera el efecto que estas podrían tener en la vida real, e incluso hace ecos a preocupaciones reales. En la película, los humanos pueden “donar” su apariencia para crear nuevos robots. La imagen es efectiva dentro de la historia: su protagonista se reencuentra con la imagen de su amada, pero despojada de su personalidad. En un nivel adicional, invita a recordar el caso de actores escaneados sin su consentimiento para servir como extras digitales en películas y series de televisión.

Crítica: The Creator es un buen blockbuster, pero muy predecible

Claro, hay una desconexión entre las inteligencias artificiales de la ciencia ficción y las de la realidad. Los modelos grandes de lenguaje y el aprendizaje automatizado no pueden usar el lenguaje ni aprender en el sentido humano de la palabra. Películas como Blade Runner (o videojuegos como NieR: Automata, de hecho) suponen un mundo en el que máquinas humanoides descubren emociones y pensamientos cercanos a los nuestros. Nuestra experiencia, más que algo determinado biológicamente, es lo que nos hace humanos. Hay una razón por la que una de las formas de entender la mente humana es a través de la metáfora de una computadora.

Más que explorar en profundidad todas estas implicaciones, Resistencia trata la idea de las inteligencias artificiales para detonar una trama de acción que vagamente se refiere a la experiencia de un pueblo oprimido.

La película de Gareth Edwards trata muchas cosas, pero no profundiza en ninguna

The Creator trata de tomar una postura crítica de la intervención occidental en el extranjero. Imaginar un país llamado Nueva Asia se antoja a una generalización como la de los imperios colonizadores del siglo XIX, pero estas simplificaciones, después de todo, ocurren cuando se habla de geopolítica. Y si una de las influencias de la película es Apocalipsis ahora, quizá nos espera una realidad moral más complicada. Efectivamente, tan pronto como Joshua llega ahí, lo vemos rodeado de aliados sanguinarios que amenazan niños y decapitan cadáveres con gusto, una señal de que claramente no está del lado de los buenos.

Pero Asia nunca se convierte en algo más que un fetiche visual para The Creator –¿Por qué los títulos vienen acompañados de caracteres japoneses si la historia nunca se desarrolla en Japón? Nada encapsula esto mejor (¿o peor?) que el personaje de Maya: Chan, una actriz de ascendencia china, interpreta a quien debería ser el fulcro emocional de la historia, aquel amor tan perfecto por el que su protagonista no dudaría en darlo todo, pero su caracterización se limita a trillados flashbacks románticos y algunos atributos informados por el diálogo. No se le da algo más que hacer que verse bonita y trágica.

Crítica: The Creator es un buen blockbuster, pero muy predecible

The Creator no tenía que ser verdaderamente inteligente para ser buena. Edwards ya tiene un talento para la construcción de mundos y para el espectáculo (me atrevo a decir que ningún cineasta, salvo Michael Bay, está tan enamorado de las explosiones). Tampoco necesita habitar sus mundos con personajes complejos, bastan caracterizaciones simples que nos den una vaga razón para interesarnos en lo que pasa.

 

Pero aun con el apoyo de un guionista establecido en Hollywood como Chris Weitz (uno de los escritores de Rogue One) el guion de The Creator no logra atinar los momentos emotivos básicos de una aventura como esta. Hacen falta momentos y adversidades que de verdad sellen el vínculo emocional entre Joshua y Alphie. Lo único que llena los huecos es nuestra familiaridad con versiones previas de esta misma historia: los dos se vuelven más cercanos porque es lo que tiene que pasar, aun cuando la película no muestre por qué. De manera similar, su final hace eco al de La guerra de las galaxias original, pero lo plantea de manera tan confusa que es difícil saber que está verdaderamente en peligro y por qué debería de importar.

 

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Alberto Villaescusa Rico

Comunicólogo de Ensenada, Baja California que de alguna forma se tropezó dentro de una carrera semi-formal como crítico de cine. Propietario del blog Pegado a la butaca. Colaborador en Esquina del Cine y Radio Fórmula Tijuana y Cinema World

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